Era una tradición muy arraigada entre los católicos la práctica del Vía Crucis, con cuya lectura los devotos solían meditar y rezar diversos pasajes de la Pasión de Cristo. En nuestra localidad, incluso hubo un barrio, el de las Cruces, donde este acto devocional tuvo una gran importancia en los siglos pasados. Por los archivos de Santa María la Mayor, sabemos que de nuevo se renovaron y bendijeron dichas estaciones a principios de este siglo por parte del vicario de la diócesis. En las iglesias, solía y suele ser un ejercicio desde el Míercoles de Ceniza hasta el Jueves Santo. Tenemos datos que, en las misiones de las distintas órdenes religiosas, se frecuentaban las estaciones del Vía Crucis. En los conventos, muy especialmente en el de los Capuchinos, se conservaban textos, en los que solían cantarse la oración, la estación y los pregones del Alma con Cristo.

Con la decadencia de las estaciones de penitencia, de nuevo, el Vía Crucis regresó a la calle en 1979. Hasta ahora se ha venido desarrollando por nuestra Hermandad con itinerarios diferentes por el Barrio de San Juan, por el arrabal Viejo y por Santo Domingo. Los textos se han adapatado a las circunstancias en cada momento.

En los últimos añoss, hemos tratado de adaptarlo a unos hombres, a un pueblo y a unos lugares que se tenían determinadas vivencias, enrizando a personas humildes, sencillas y sumidas en la pobreza, en el testimonio de la religiosas, manifestado en nuestra Abadía por el Abad Palomino